La luz del
callejón
Por Richard
Casanova (*)
Un nuevo presidente de
la Asamblea Nacional al día siguiente que Nicolás Maduro cambia su gabinete:
dos eventos conexos que hay que analizar por separado. El nuevo gabinete es un
intento de minimizar un acontecimiento que no pudieron impedir: la instalación
de la nueva directiva del parlamento. También es la expresión de una voraz
crisis interna en el PSUV: la designación de Tareck El Aissame como
Vicepresidente, no es una decisión autónoma de Maduro sino el resultado de una
negociación en debilidad para buscar el equilibrio mínimo y sobrevivir. ¿O
alguien cree que Maduro quería designar a un vicepresidente tan desprestigiado
y cuestionado? El conflicto pica y se extiende: así lo indica la cara
larga de Aristóbulo Isturiz, al pasar de ser "el segundo a bordo" a
un folclórico Ministro de las Comunas. Elías Jaua y Adán Chávez también
aspiraban el cargo y para desgracia del país, ese par de trogloditas terminaron
como Ministros de Educación y de Cultura, algo digno de “aunque usted no lo
crea”. Diosdado, Padrino López y demás dinosaurios del militarismo tienen
las garras sobre Maduro, quien está contra las cuerdas mientras el país sigue
cuesta abajo en su rodada.
En efecto, la crisis ya
hoy es pavorosa y todo indica que se agudizará: no existe una sola razón para
suponer una reactivación económica con este hamponato en el poder. Y no basta
con sacar al presidente, como ahora apuestan –según dicen- el llamado Cartel de
los Soles y otros grupos internos. Para completar el cuadro, sume usted
el ascenso de Trump a la presidencia de EEUU, el descrédito internacional de la
narco-revolución chavista y la burla al Vaticano, cuya primera consecuencia es
el endurecimiento de la postura de la iglesia, un factor de poder que tiene más
de 2000 años de experiencia en estas lides. En otras palabras, el gobierno está
aislado y en una debilidad extrema, aunque algunos no puedan verlo, quizás
porque solo ven la superficialidad de una realidad muy compleja.
En este contexto, asume
Julio Borges la presidencia de la AN. Su discurso tuvo dos vectores
principales: un mensaje a nuestra FAN y una jugada de avance en el tablero:
anunciar la declaratoria del "abandono del cargo". El gobierno
apelará al TSJ para desactivar esa bomba pero es un conflicto en desarrollo, cuya
deriva está por verse y donde unas elecciones generales son una opción, incluso
para Nicolás Maduro, si quiere preservar el liderazgo interno. En
principio, este paso puede lucir como "un callejón sin salida" y aquí
cobra sentido el mensaje de Julio Borges a la institucionalidad castrense.
Lógicamente, hay algo que debemos asumir: el “diálogo” fue el último y muy
necesario intento de alcanzar una salida democrática convencional. Su
fracaso colocó -no a la oposición, ni al gobierno- sino al país en un callejón
sin salida. ¿Que nos queda? ¿Insistir en el diálogo? ¿Esperar al 2018 mientras
el país se desangra? ¿Apostar a unas elecciones regionales que no sabemos si se
realicen? ¿O que la AN se limite a legislar como si fuera un país normal? Digo,
si es que antes la satrapía no disuelve el parlamento. Es decir,
“llegamos al llegadero”, la única opción es luchar y hay una luz en el
callejón. ¡Somos mayoría! Razones hay muchas para salir a la calle a
exigir la convocatoria a elecciones generales: el abandono del cargo y la presumible
respuesta del régimen, será una más y la motivación para organizar la
movilización del pueblo.
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